Marguerite Yourcenar ( Poetisa )

 

Marguerite Yourcenar ( 1903 - 1987)


El lunático


El sol adormecido en las brumas se aleja

Y como un astro muerto yace mi pasión;

La noche a lo largo del muelle se refleja;

Mi viejo corazón es un Rey sin razón.


Cada ser de una rueda es el eje que gira,

Cae, ofrenda y afrenta, en el yunque el dolor;

Los rostros grises son una espuma que tira

La marea del asfalto y la luz sin color.


¿Dónde estamos amor? ¿Sí es verdad que estamos?

La luna se esconde cuando nos acercamos

Al borde de los techos huecos de metal.


Y el ojo blanco por las calles todavía

Envidia el resplandor fijamente glacial

Del astro que murió antes de abrir el día.



El poema del yugo


Las mujeres de mi país llevan sobre los hombros un yugo;

Su corazón pesado y lento oscila entre esos dos polos;

A cada paso, dos grandes baldes de leche chocan

Uno con otro contra sus rodillas;

El alma materna de las vacas, la espuma del pasto masticado,

Brotan en olas nauseosas dulces.


Soy igual que la sirvienta de la granja;

A lo largo del dolor me avanzo de un paso firme;

El balde del lado izquierdo está lleno de sangre;

Puedes beber y saciarte de ese pujante jugo.

El balde del lado derecho está lleno de hielo;

Puedes inclinarte y contemplar tu rostro laso.

Así voy entre mi destino y mi suerte,

Entre mi sangre caliente y líquida y mi amor límpido muerto.

Y cuando esté segura que ni espejo ni bebida

Pueden ya distraer o sosegar tu corazón salvaje,

No quebraré el espejo resignado,

No volcaré el balde donde sangró toda mi vida.

Iré llevando mi balde de sangre en la noche negra

Allí donde están los muertos que en él a beber vendrán.

Iré donde están las olas con mi balde de hielo;

El breve gemido de la orilla será menos dulce que mi llanto;

Un rostro pálido grande se asomará a la duna

Y ese espejo, que ya no quieres, reflejará la faz calma de la luna.


Erótico


Tú la avispa y yo la rosa;

Tú el mar, yo la escollera;

En la creciente radiosa

Tú el Fénix, yo la hoguera.

Tú el Narciso y yo la fuente,

En mis ojos tú brillando;

Tú el río y yo el puente;

Yo la onda en mí nadando.

Y tú el sol y la sal

Y en los labios el caudal

Del rumor meciendo el juego.

Yo el pájaro y el cielo

Azul cruzando su vuelo,

Como el alma atiza el fuego.


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